-Quiero decirte una cosa -empezó-. No te preocupes en explicar emociones.
Vive todo intensamente, y guarda lo que sentiste como una dádiva de Dios. Si
crees que no vas a conseguir aguantar un mundo donde vivir es más
importante que entender, entonces, desiste de la magia. La mejor manera de
destruir el puente entre lo visible y lo invisible es intentando explicar las
emociones.
Las emociones eran caballos salvajes y Brida sabía que en ningún momento la
razón conseguía dominarlas por completo. Cierta vez tuvo un amor que se
había ido por una razón cualquiera. Brida se quedó en su casa durante meses,
explicándose todo el día a sí misma los centenares de defectos, los millares de
inconvenientes de aquella relación. Pero todas las mañanas al despertarse
pensaba en él, y sabía que si él le telefonease, ella terminaría aceptando el
encuentro
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